RESTAURANTE 505 POVOA DE VARZIM

Ya he perdido la cuenta de las veces que he estado en Povoa de Varzim. El sitio me cae simpático y vuelvo con frecuencia. A Povoa le hace falta un hotel con glamour y ahora ya tiene un restaurante de esos que no se olvidan fácilmente, más que nada porque lo tiene todo. Es bueno, es precioso y es barato. Eso sí, nada que ver con la tradicional oferta gastronómica local, basada en lo mismo de siempre. Este es un local de excelencia empeñado en hacer cosas distintas y nuevas aunque sin experimentos arriesgados. Se trata de cocina portuguesa modernizada pero aquí no hay esferificaciones ni platos cuyo nombre lleva más tiempo pronunciarlo que comerlo.

El sitio merece una visita incluso si estamos en Oporto. La visita compensa de largo. Para empezar, puedes ir sin riesgos al mediodía, ya que ofrecen un menú completo por el ridículo precio de once euros, incluyendo una entrada, un plato principal a elegir entre dos opciones y un postre, además de bebida y café. Ese menú está disponible de lunes a viernes no festivos y constituye un buen ejemplo de lo que nos encontraremos si vamos a la carta.

En mi caso, el menú de comida consistió en una crema de coliflor excelente (y eso que nunca había comido tal cosa), unos espaguetis a la marinera deliciosos y una tarta de queso deconstruída. Comí con cerveza y tomé un café de categoría. Obviamente después de tal regocijo, me animé a reservar para la cena y por supuesto que no me arrepentí.

Para la cena en pareja optamos por compartir cuatro entradas. La idea era ir conociendo la cocina del local a través de los platos que admiten mayor creatividad. El nivel fue subiendo de principio a fin. Elegimos dos entradas frías y dos calientes, que incluso nos emplataron individualmente para mayor comodidad. Muy buen inicio supuso la tosta de sapateira (buey de mar), con grata presentación y sabor delicado. No menos gustó el carpaccio de ternera, muy bien marinado. La vieira con setas resultó óptima y la interpretación del chef de una alheira (salchicha típica) con puré de espinacas nos dejó un excelente sabor de boca. El postre lo compartimos porque ya estábamos algo empachados y todo. No son platos simbólicos sino que dan para compartir y salen por menos de diez euros cada uno. Los acompañamos con uno de los blancos más baratos de la carta, un Cabriz blanco que ya conocíamos y maridó perfectamente. Todo ello, con una entrada cortesía de la casa, botella de agua, cafés y unos Oportos también gentileza del restaurante, salió por 64 euros la pareja.

Si encima añadimos que el comedor era una gozada para los sentidos y el camarero (Fernando) brindaba el mejor servicio imaginable, la experiencia resultó memorable y quedamos con ganas de repetir cuando antes, o sea, ir a Povoa aunque solo sea para comer en el restaurante 505, que encima nos quedaba a pocos metros del hotel Vermar, con lo que no había que coger el coche para volver. Por cierto que se aparca bastante bien si vas solo a comer o cenar, porque el restaurante no está en el centro urbano.

Con bastante frecuencia organizan cenas maridadas y temáticas a precios bastante competitivos, con menús completos que andan entre los 30 y los 50 euros.

En cuanto a la bodega, carta amplia sin ser enciclopédica, con clasificación cómoda de consultar y excelente selección de caldos, con precios para todos los presupuestos.

Por cierto que se come en una vajilla de Vista Alegre hecha especialmente para el restaurante. Casi se me olvida decir que el responsable de la cocina es el chef Vitor Matos, que tuvo estrella Michelín en su día.

Añado los enlaces con las opiniones de Tripadvisor  y también el Facebook donde anuncian las novedades.

Ya era hora de que Povoa tuviera un restaurante así. Les deseo mucho éxito y les animo a seguir por el camino iniciado. Ojo porque el local impresiona al entrar e igual piensas que el precio va a superar las expectativas, pero va a ser al revés.

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