DIEZ COSAS QUE HAY QUE SABER ANTES DE VIAJAR A PORTUGAL.
1.Cuando se circula por autopistas de peaje, es conveniente observar que hay unas señales de vía verde reservadas a usuarios asociados, denominados "aderentes", quienes disponen de un sensor en su vehículo que les permite franquear el peaje sin detenerse a pagar.
Todo eso está muy bien cuando uno es beneficiario del sistema, pero no cuando se trata de un turista, que debe seleccionar el carril previamente para no meter la pata. Además tendremos un cierto peligro, ya que al arrancar el vehículo tras haber pagado, los numerosos carriles del peaje convergen en tres o cuatro, saliendo nuestro coche muy despacio y pasando camiones y autobuses a toda velocidad a izquierda y derecha, lo que nos puede dar más de un susto. Los precios son algo más bajos que en España. Ojo porque si ha introducido su tarjeta para pagar los peajes electrónicos eso no le da derecho a pasar sin pagar por las autopistas de peaje tradicionales.
2.A pesar de que los precios suelen ser muy favorables en Portugal para el bolsillo español, hay algunas cosas que no lo son tanto. La cesta de la compra en supermercados sale más cara, la gasolina cuesta más y las áreas de servicios de las autopistas cuentan con cafeterías muy caras, que habrá que evitar. Una idea muy útil es parar en hipermercados, donde siempre hay combustibles más baratos y cafeterías económicas. Además, podremos aprovechar para comprar algunos productos portugueses que destacan por la calidad, principalmente vinos, aceites y cafés. Recuerde que el tabaco ya es ligeramente más caro en Portugal que en España.
4.Pasteles de nata, empanadillas de gambas y hojaldres de carne. Dicho así apetece bastante. Y ciertamente están muy ricos. En Portugal no hay pinchos ni tapas pero sí una enorme abundancia de bares y cafeterías por doquier, con precios de lo más económico. Por la mañana se puede encontrar bollería dulce y salada recién hecha. La salada desaparece enseguida. El hojaldre es particularmente destacable. Para los amantes del dulce, las confiterías portuguesas son toda una tentación. No se preocupe por los precios, que son muy bajos. El café le saldrá por 60 céntimos. Si lo quiere cortado, pida un "pingadu" y si le apetece un café con leche de desayuno, pida un "garoto". Ojo que al té se le llama "chá". Si su alojamiento no incluye desayuno, evite tomarlo en el hotel y salga de cafeterías, con lo que siempre podrá probar cosas distintas.
5.Una costumbre muy habitual en las carreteras portuguesas y que se repite en otros muchos paises es la de arrimarse al arcén para ceder el paso a los vehículos que vienen por detrás y con algo de prisa, incluso si vienen coches de frente. A usted se lo pondrán fácil cuando le haga falta y además se espera que devuelva siempre el favor. Aunque parezca extraño y por supuesto es ilegal, resulta muy frecuente. Es muy recomendable llevar siempre las luces de cruce encendidas para aumentar la seguridad.
6.Baje el tono de la voz. En Portugal la gente habla más bien bajo para lo que estamos acostumbrados y es algo grosero hablar a voces. Españoles e italianos siempre nos hacemos notar por el elevado volumen de nuestras conversaciones. Es una norma de etiqueta útil que nos hará pasar desapercibidos.
7.No hace falta cambiar la hora de su reloj. Cuando en España son las 5, en Portugal todavía son las 4. Eso es una gran ventaja. Uno se despierta a las 10, cuando en el hotel ya no se sirven los desayunos, pero... no pasa nada... Todavía tenemos tiempo. Aún son las nueve. Olvídese de los cambios de hora, que no le van a aportar nada útil y siempre llegará a tiempo a todos los lados... Eso sí, el móvil suele adaptarse a la zona horaria automáticamente y si lleva reloj de pulsera, mejor no andar con dos horarios distintos.
8. Usted siempre tendrá cierta tendencia a visitar ciudades grandes o que le suenan mucho. A lo mejor se pasa de largo otras poblaciones que tienen gran interés o que le resultarán más cómodas para dar una vuelta. Si entra a Portugal por Badajoz, Évora es visita más que obligada. Si lo hace por Salamanca puede detenerse en Viseu. Quien viene por Galicia no debería dejar de entrar en la fortaleza de Valença do Minho. Por la frontera de Verín es entretenida la ciudad de Chaves y no menos Vila Real. Si llega por Bragança, Mirandela es una estupenda pequeña ciudad jardín. En la ruta Porto-Lisboa, Aveiro le gustará. Y bajando por la A-23 desde Guarda a Lisboa, Constancia resulta uno de los lugares con más encanto de todo Portugal.
9.Por un euro y medio se puede tomar un zumo de naranja natural recién exprimido en la mayor parte de locales hosteleros del país. Un café no supera los 60 céntimos en casi ningún sitio. Eso sí, las bebidas alcohólicas de alta graduación no son baratas. En ciertos locales de movida se exige un consumo mínimo que puede ser sorprendentemente alto incluso para un español acostumbrado a salir mucho. El fast-food en Portugal no tiene tan buena relación calidad-precio como la cocina convencional. A veces es interesante comer en centros comerciales, los llamados "shopping", pues cuentan con "food courts", zonas de restauración donde cada local tiene su propio mostrador pero se comparte un inmenso comedor, así que cada miembro de la familia puede comer lo que quiera y todos juntos estar en la misma mesa. A la pasta en Portugal se la denomina "massa". De esta forma unos toman comida brasileña y otros portuguesa, italiana, hamburguesas, etc. En el centro comercial do Chiado, en Lisboa, tenemos un buen ejemplo. En el Palacio de Sottomayor, al lado del hotel AC hay un "food court" de lo más "fashion". Y en Lisboa, el Instituto do vinho do Porto es el local ideal para saborear cientos de vinos distintos e incluso comprarlos.
10.Lo que se come se paga aunque no se haya pedido. Los aperitivos y tapitas que nos coloquen en la mesa del restaurante serán cobrados si son consumidos. No son cortesía de la casa y forman parte de una picaresca local complicada de erradicar a pesar de que ya sea ilegal tal práctica. Recomiendo pedir que se retiren de la mesa o directamente apartar a un lado las cosas que no se hayan solicitado. No es que se lo hagan a los turistas sino a todo el mundo. En ocasiones los precios son bajos y la calidad es conveniente, pero hay casos en los que el coste resulta disuasorio. Y el pan hay que pedirlo, que si no, no lo traen y es una pena porque está delicioso.